En la infodemia (una avalancha de información que incluye engaños) sobre el nuevo coronavirus, el hecho mismo de meditar que se puede identificar la información adecuada puede formar por sí solo una superchería. Debería asimismo existir la opción de poder bloquear toda la información provisionalmente. Es el médico Ōwaki Kōshirō quien plantea este tema tan valiente.
“Creo que la visión de los especialistas (profesionales médicos y medios) se traduce en tener conocimientos sobre salud para distinguir entre la información adecuada y el engaño. Quizás en un grado aun mayor de lo que creen los especialistas, por el planeta circulan considerablemente más patrañas que verdades. Es posible conseguir una mínima cantidad de información adecuada, mas hay un alto peligro de que sea falsa. Siendo de esta forma, deberíamos contar con la opción de poder rehusar ambas”.
Ōwaki apunta que aun la patentiza que se traduce como cimientos científicos no son homónimo de veracidad o bien eficiencia. Los motivos son difíciles, mas la conclusión en suma depende de de qué manera se organicen los datos estadísticos empleados. La interpretación, dicho de otra manera, puede mudar en dependencia de lo que desee probar el estudioso.
“La información es afín a un patógeno”, afirma Owaki. Se extiende, provoca ansiedad y crea pavor. Dejarse persuadir por engaños relacionados con la salud puede resultar dañino para el cuerpo.
“Para resguardarnos debemos sostenernos distanciados de ese mar de información, para comenzar. Podemos apagar la televisión, o bien cerrar la página web”.
Para inmunizarse contra el pavor son precisas distintas estrategias flexibles. Cuando alguien se deja influir por la información existe, evidentemente, un temor a verse inficionado, en el trasfondo. No obstante, Ōwaki nos pregunta si no estamos sacrificando nuestras vidas en interés de esos deseos de no inficionarnos y de proseguir estando sanos.